Era un día de julio de 2023 –
Mi día libre en un trabajo que me drenaba y donde, cada jornada, solo deseaba que llegara el final de agosto para poder dejarlo. Poco sabía yo que ese trabajo me iba a dejar a mí solo unos días después de este day out.

Vivía en Cork, una ciudad-pueblo al sur de Irlanda.
Y aunque tiene sus encantos, el mar estaba a una distancia en tren considerable.
Para alguien nacido en una ciudad costera, esa cercanía con el mar es un no-negociable.
Así que cogí la cámara, un tupper, y me fui a la estación de trenes.
Cuarenta y cinco minutos después, ya estaba en el pequeño pueblo costero.
Cobh es muy pequeño.
Te lo recorres en dos paseos, pero tiene magia.
Y cuando un lugar tiene magia, el tamaño pasa a ser lo de menos.
Me llamó la atención lo siguiente:
- Fue el último puerto antes de que el Titanic partiera hacia su fatídico final.
- Tiene una de las catedrales más impactantes que he visto, especialmente para un pueblo tan pequeño.
- Antes se llamaba Queenstown.
- Tuve una conversación preciosa con un local que resultó ser el banjista de una banda folk de los 70 llamada De Dannan.

Como curiosidad, salí con mucha ansiedad del trabajo…
Y volví con una mentalidad completamente distinta.
De nuevo, la fotografía y la naturaleza me sanaban.







