Un día de sol, lluvia y granizo

Mayo de 2018. Tres meses viajando por Escocia. Sin rumbo, sin plan. Con una mochila, una cámara. Sin muchas expectativas.

Llevaba tres meses recorriendo Escocia, gastando los ahorros del trabajo de invierno. El dinero se escurría de mi cuenta bancaria como la lluvia escocesa sobre el pasto. La tímida primavera —si es que existe— no tenía muchas ganas de asomarse.

Después de pasar mes y medio en el pueblo pesquero de Oban, viviendo en un hostal, sentí que era momento de moverme. Suelo financiar mis viajes con estancias largas en hostales: trabajo ligero a cambio de una cama en habitación compartida. Es una oportunidad fantástica, pero cuando compartes tanto tiempo con tanta gente, empieza a generarse una energía inexplicable. Y esa energía es la que te dice si debes quedarte… o marcharte.

Así que cogí un bus hacia Fort William. Sin expectativas. Sin ruta. Solo el impulso de seguir descubriendo este país pequeño pero vasto.

Goodbye Oban, 2018. Isla de Kerrera.

Al llegar al nuevo hostal me presenté. Los trabajos suelen ser siempre los mismos, pero esta vez compartía habitación con solo cuatro personas. ¡Yes! Al menos, la cantidad de ronquidos y pedos sería menor. Mis tareas eran simples: hacer camas y estar en recepción. Mientras tanto, afuera los días se repetían bajo la lluvia incesante. El cielo gris abrazaba la atmósfera y, poco a poco, comenzaba a afectarme el ánimo.

“On days when the sky is grey, the sun has not disappeared forever.” — Arnaud Desjardins

Una tarde, después de horas editando un vídeo en el comedor del hostal, sentí que el cuerpo me pedía movimiento. Al ver el tiempo decidí quedarme. Como buen TDAH, lo ignoré… durante cinco minutos. Luego me puse la chaqueta y salí. Sin plan. Solo a caminar.

Un cartel llamó mi atención: Cowhill Summit. Lo seguí.


Sorpresa en el camino.

En el camino encontré una metáfora de la vida.

Al principio, todo parecía normal. El sendero era transitable, y mi estado de ánimo mejoraba conforme respiraba aire fresco y disfrutaba del entorno. La cima no era elevada, el sendero era cómodo. Pero, a medida que subía, el clima empezó a cambiar —Escocia, you know— y acabó cayendo un auténtico diluvio.

Bloqueado a mitad del camino, sin poder volver ni avanzar, me quedé quieto, aceptando el chaparrón.
Recuerdo estar ahí parado, descojonándome de los nervios. No corría peligro, pero si seguía así, podía acabar con una pulmonía.

Al final, poco a poco, la lluvia cesó. Lo que había sido un torrencial se transformó en un cielo azulado, con algunas nubes coronando el Ben Nevis y las montañas de alrededor. La visión era un espectáculo. El silencio, abrumador.

Tras la lluvia las nubes comenzaron a coronar la cima de las montañas.

Cima, cámara y baile

Ya en la cima grabé un vídeo para YouTube mientras el sol descendía entre los valles. Tomé algunas fotos. El frío se metía en los huesos. Solo estuve media hora arriba, pero merecía la alegría.

Ya de bajada, me descubrí bailando. No me di cuenta hasta que un corredor me interrumpió. Me había visto desde lejos y mi baile le había generado curiosidad. Hablamos un rato, me invitó a tomar algo con su grupo. Acepté.

Horas más tarde, desde recepción, me avisaron: tenía un email. El mismo chico cancelaba la cita. Prefería escribir para asegurarse de que estuviera bien. Un gesto pequeño, pero lleno de cuidado. Sentí mucho amor. No sé explicarlo.

Salí del hostal a fumar. Encendí un cigarro. Lo dejé a medias y se lo di a uno de mis compañeros.
Ese fue el inicio de ocho meses sin fumar. Tampoco sé explicarlo.

Vistas desde la cima del Cow Hill. Entonces mis conocimientos de fotografía eran limitados pero tengo especialmente cariño a estas fotografías.

En fin, esta es una historia de sol, lluvia y granizo.
Una historia donde, en apenas unas horas, la naturaleza fue capaz de reprogramarme. De cambiarme. De darme paz.

La naturaleza te quita el estrés, te recuerda que formas parte de algo más grande. Te vuelve uno más en este mundo maravilloso. Y al final, agradecido, simplemente… retomas tu camino.

Foto del sendero de Cow Hill Summit, Fort Williams.

Gracias por leerme 🙏
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Un abrazo,
Jota

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